Comentario
Alarico II (484-507), desde los inicios de su regencia, tuvo que hacer frente a la constante amenaza de Clodoveo, rey de los francos salios, cuyo afán expansionista llevó a constantes enfrentamientos a visigodos, francos y burgundios. Además de esta política, entró en juego la conversión de los francos al catolicismo en el año 496. Las relaciones inestables y las tensiones entre francos-católicos y visigodos-arrianos, obligaron a Alarico a enfrentarse en el campo de batalla contra Clodoveo en el año 507. Las tropas de uno y otro ejército se encontraron en las cercanías de Vogladum (Vouillé, cerca de Poitiers). Los visigodos fueron derrotados y Alarico murió en el enfrentamiento. Las consecuencias de esta derrota cambiaron de forma radical el futuro del pueblo visigodo que, abandonando sus asentamientos aquitanos, se vio obligado a huir hacia el sur penetrando por los pasos pirenaicos en la Península Ibérica.
La llegada y establecimiento de los visigodos en la Gallia nos es conocida por las fuentes literarias de carácter histórico, pero desde un punto de vista arqueológico, la presencia de los recién llegados es prácticamente inexistente. Es muy posible que debido a la enraizada tradición romana que existe en el sur y sur-oeste de la Gallia, desde el Océano hasta el Mediterráneo, no permita distinguir con claridad los productos venidos de talleres romanos de aquellos que podrían ser resultado de nuevas concepciones o fabricaciones. Sin embargo, recientes excavaciones puntuales, así como los hallazgos casuales, nos ayudan a definir la presencia visigoda a lo largo de los siglos VI y VII en la Narbonensis, puesto que dicha provincia formó parte del futuro reino visigodo de Toledo. La mayoría de estos documentos arqueológicos son pequeños conjuntos cementeriales, objetos de adorno personal, una serie de inscripciones donde está presente una onomástica con claras connotaciones visigodas y un grupo escultórico hallado en la propia Narbo, que quizá debiera ser fechado en el siglo VIII y no anteriormente. De cualquier forma, la documentación es escasísima para el siglo V y el resto de las zonas de ocupación visigoda centrada en Aquitania, mientras la sede de la monarquía estuvo en Tolosa.
La derrota de las tropas militares visigodas en el campo de batalla de Vouillé del año 507 supuso la desaparición del primer establecimiento visigodo en Occidente, pero se habían establecido ya las bases para la construcción de un nuevo reino, asentadas sobre un sólido proceso de aculturación que culminará esencialmente a finales del siglo VI en Hispania.